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La Educación en la Interculturalidad

 

La educación en la interculturalidad se basa en la creación de espacios educativos que reconozcan y valoren la diversidad cultural de los estudiantes. Este enfoque busca desarrollar competencias interculturales, promoviendo el respeto y la comprensión entre diferentes culturas.


Según María del Carmen Pérez Paredes (2016), la educación intercultural se define como un derecho humano y un deber social para el desarrollo de la persona dentro de las pautas de diversidad y participación en el ámbito educativo. Este enfoque busca garantizar el disfrute equitativo de los derechos sociales. Pérez Paredes destaca que la humanidad, en todas sus dimensiones culturales, identitarias y conceptuales, se entrelaza en proyectos diversos, permitiendo el desarrollo integral del individuo. Esta interacción constante en un mundo heterogéneo y complejo promueve una comprensión profunda y flexible de la diversidad humana (Pérez Paredes, 2016).
Sin duda, la educación intercultural es clave para forjar sociedades inclusivas y unidas, donde todos puedan contribuir y prosperar plenamente. Al fomentar el entendimiento y la apreciación de la diversidad, esta forma de educación promueve el respeto mutuo y la colaboración entre diferentes culturas. Además, nos capacita para abordar los desafíos globales y trabajar juntos en la construcción de un futuro más justo y equitativo. En resumen, la educación intercultural enriquece nuestras vidas y fortalece el tejido social de nuestras comunidades.

Educación intercultural‎


Según Rehaag, Irmgard (2010), la interculturalidad en el marco de la educación implica la formación de habilidades que facilitan el encuentro entre personas de diferentes culturas, géneros, estratos sociales o religiones. Este enfoque promueve la aceptación de las diferencias y el desarrollo de la capacidad para cambiar de perspectiva y actuar con esta nueva visión, equilibrando intereses y cultivando la empatía. Las competencias interculturales abren mecanismos que permiten reconocer lo propio y lo ajeno. Cada individuo debe aprender a reconocer, entender, interpretar y valorar las diferencias, así como a tolerar la diversidad en diversas situaciones. Rehaag nos muestra que la educación intercultural no solo busca reconocer la diversidad, sino también desarrollar la capacidad de interactuar de manera efectiva y respetuosa con personas de diferentes contextos culturales. Esta capacidad se basa en la empatía y en la habilidad de equilibrar diferentes perspectivas e intereses, contribuyendo en última instancia a una convivencia más armoniosa y enriquecedora (Rehaag, 2010).
En resumen, la interculturalidad implica no solo reconocer la diversidad, sino también desarrollar la capacidad de interactuar de manera constructiva en un mundo multicultural, contribuyendo así a una convivencia más armónica y enriquecedora.


Asimismo, la Educación Intercultural es referenciada por Marga (2017), como un proceso de enseñanza y aprendizaje que supone una práctica educativa que considere que la diversidad es lo normal en cualquier grupo, es la ampliación de los vínculos entre grupos culturales diversos, lo que exige la valoración positiva de la diversidad y el respeto por las personas. En definitiva, la Educación Intercultural busca fomentar la inclusión y el entendimiento mutuo entre personas de diferentes trasfondos culturales, promoviendo el respeto y la valoración de la diversidad como parte integral de la experiencia educativa.

Higuera & Castillo (2015), consideran que la educación de la interculturalidad se logra bajo la perspectiva de que las culturas no son contrarias, sino complementarias, esta comunión enriquece el panorama cultural de la sociedad; los niños, jóvenes, adolescentes y jóvenes educados bajo este precepto son ajenos a sentimientos racistas, xenófobos y de cualquier otro tipo de discriminación. En conclusión, la educación intercultural puede contribuir a la formación de individuos más inclusivos y libres de prejuicios.




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